domingo, 30 de septiembre de 2007

Caruso 2 - Boca 0

En el Parque de la Independencia no cabía un alfiler. Con presentes y necesidades prácticamente opuestas, Newell's y Boca chocaban en un momento clave. Porque el local, que contaba con el debut de Caruso Lombardi como técnico, llegaba ahogado en la tabla de los promedios, ubicado en zona de descenso directo. Y el Xeneize, golpeado por la eliminación en la Sudamericana, tenía un lindo desafío por delante: un triunfo lo dejaba como único líder del Apertura. Al menos desde el análisis previo, había promesa de entretenimiento en Rosario.

Con la intención de darle una pizca de aire a su equipo, Russo hacía cinco cambios con relación a la formación que había empatado con Gimnasia de Jujuy, en la fecha pasada. En defensa, Cahais por Maidana y Krupoviesa por Morel Rodríguez; en el medio, Banega por Battaglia y Cardozo por Dátolo; y en ofensiva, Boselli por Palacio. Poco parecieron influir estas variantes en el arranque. Jugaban un partido parejo, deslucido, sin emociones. Y el doble cero se acoplaba muy bien a lo poco que entregaban dentro del campo.

Hasta que llegó el minuto doce y Newell's, con una fórmula vieja y conocida, sacudió las redes del arco de Caranta y se puso 1-0. Lucero apareció por izquierda, envió un centro a la olla y Salcedo, tan libre de marca como Miranda, el último domingo en La Bombonera, saltó entre los centrales y metió una cabezazo bárbaro. El impecable gesto técnico del paraguayo dejó sin chances al arquero visitante. Comenzaba otra historia.

Ante la quietud xeneize, los dirigidos por Caruso Lombardi fueron a la carga, con el objetivo de aprovechar la siesta de un rival que no reaccionaba y aumentar la diferencia. Y tuvo más de una ocasión clarita para lograrlo. Primero, entre Pablo Pérez y Schiavi no pudieron conectar con precisión luego de un tiro libre. En la siguiente, tras un centro bajo desde la derecha de Ansaldi, Ré dejó pasar la pelota entre sus piernas y Caranta tapó la definición de Salcedo.

Al ratito nomás, Boca respondió con una oportunidad inmejorable para devolver la paridad al resultado. Krupoviesa desbordó por izquierda, tocó al medio y Boselli, abajo del arco, le dio con la cara interna de su pie derecha y la pelota, increíblemente, se fue por arriba del travesaño. Así, luego de un trámite disputado, con situaciones de gol para ambos, arribaron al descanso.

Después de una demora ocasionada por algunos problemas en la tribuna visitante, llegó la segunda parte. Para eso, Russo mandó a la cancha a Battaglia y a Alvaro González en lugar de Banega y Ledesma, respectivamente. Apenas habían pasado cuarenta y cuatro segundos, cuando Palermo ganó de arriba en el área y cabeceó, aunque sin potencia. El Xeneize mostraba otra actitud y empezaba a complicar en ofensiva. Entre los cuatro y los siete, Cahais metió un cabezazo que le pidió permiso al palo izquierdo de Villar para salir, Cardozo remató desde afuera del área, por arriba, y Palermo, también a través del juego aéreo, estuvo a punto de empatar.

A todo esto, Caruso Lombardi vio el panorama e hizo la primera modificación: Aguilar reemplazó a Donet. Con espacios adelante, La Lepra también se las ingeniaba para lastimar. Salcedo armó una buena jugada personal, aguantó la marca, giró y sacó el derechazo desviado. Cerca. A los doce minutos, Russo quemó las naves y realizó la última variante. Bueno entró por Gracián. Y a partir de ese momento, Boca fue por la igualdad como pudo ante un adversario que, ya muy marcadamente, esperaba y defendía la ventaja con uñas y dientes.

Hasta el cierre, las chances claras para convertir escasearon. Tanto que es posible contarlas con los dedos de una mano. Steinert tuvo el segundo en una acción izquierda que concluyó con enganche y disparo al palo más lejano de Caranta. Apenas afuera. Y la siguiente fue de Bueno. El uruguayo encontró el hueco y remató por arriba. Las agujas del reloj no paraban de girar y la victoria rojinegra se aferraba cada vez más al calor de la noche rosarina. El delirio, acompañado de cantitos y emoción, se instalaba en El Coloso.

Y no dio para más. Sólo hubo tiempo para que Caruso le ponga paños fríos a la cuestión con los últimos dos cambios. El pitazo del árbitro Maglio lo ratificó y todo Newell's se desahogó a lo grande en un Parque colmado por miles de hinchas que despidieron a su equipo a puro grito y color. Mientras Boca se iba con la cabeza gacha, mirando el césped, La Lepra agigantaba la ilusión de ponerle fin a la pesadilla y seguir en Primera.